Las lentes graduadas sirven para corregir los defectos de refracción. Los más comunes son la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia o vista cansada. Mientras las primeras dependen de la forma del ojo de la persona y están presentes desde el nacimiento, la última se debe al paso del tiempo y se desarrolla en persona a partir de los 45 o 50 años.
Al igual que el resto del cuerpo, los ojos también crecen y se modifican durante el proceso de crecimiento del niño. Por eso es muy importante llevar a cabo revisiones visuales periódicas en estos años. A través de estos exámenes visuales, que es recomendable que se realicen cada 6 meses, el profesional puede comprobar si se ha modificado la capacidad visual y si debe cambiar la graduación de las lentes para adecuarlas a las nuevas necesidades de visión.
Revisiones Visuales Periódicas
Sin embargo, no solo el crecimiento influye en los cambios de visión. Hay otros factores que pueden incidir en la capacidad de visión y repercutir en la salud visual. Algunas enfermedades, agresiones oculares, infecciones, la acción de los rayos del sol o la exposición continuada a dispositivos móviles, pueden afectar a la visión.
Para detectar a tiempo cualquier problema y poder adoptar la mejor solución, es conveniente acudir a revisar la vista cada año. Sin embargo, según datos del Libro Blanco de la Visión, un 72% de los pacientes no suelen acudir a sus revisiones porque piensan que ven bien, que no les han cambiado las dioptrías y que no necesitan acudir.
Señales de una Visión Incorrecta
Algunos detalles pueden darnos una pista de que la graduación de nuestras lentes no es la correcta y hay que acudir al profesional. En ocasiones, los ojos pueden aparecer enrojecidos, hinchados, llorosos o desarrollar sensibilidad a la luz.
En otras ocasiones los problemas son de refracción (cuesta enfocar los objetos que se encuentran cerca o lejos) o de acomodación (los ojos necesitan un tiempo para enfocar al cambiar la visión de lejos a la cercana o al revés).
Una mala visión suele provocar dolores de cabeza o mareo.
Cuidado de las Lentes Graduadas
Además de acudir al óptico-optometrista cada cierto tiempo a revisar la visión, también es conveniente cuidar las lentes para que ofrezcan las mejores prestaciones. Para limpiar los cristales es recomendable utilizar la gamuza que facilitan en las ópticas al adquirir las lentes. En el caso de que estén muy sucias, se puede utilizar agua y jabón neutro para limpiarlas y para secarlas se utilizará la gamuza o un paño de algodón para evitar que los cristales se puedan arañar.
Es importante evitar dejar las gafas cerca de fuentes de calor para que no se deformen las monturas.
También es recomendable manipularlas sin tocar los cristales para evitar que se ensucien. Y, lo mejor para mantenerlas protegidas, es guardarlas en su estuche cuando no las utilicemos.
Aunque las lentes graduadas también son un objeto de moda y podemos cambiar de modelo en cada estación, no hay que olvidar que se trata de productos sanitarios y que se utilizan para mejorar la visión y la calidad de vida de las personas.
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